Este año comienzo mi entrada de San Valentín reproduciendo una conversación real, ocurrida en los primeros minutos de mi clase de 1º de Bachillerato de Biología y Geología hace unos días.
- Alumna: ¿Profe, viste ayer la Isla de las Tentaciones?
- Yo: ¿La isla de qué?
- Todos: Risas... y me explican el programa.
Algunos dirán que pierdo el tiempo escuchándoles y que debería de dar clase sin escuchar sus "tonterías", pero yo no lo creo así. Solo escuchando a los alumnos se conocen sus inquietudes, y se entienden muchas de sus actitudes y acciones, aparte de conocer sus gustos en materia de ocio y entretenimiento, gustos que se pueden usar después para conectar con ellos y hacerles un poco más interesantes los contenidos a impartir. Ese día acabamos leyendo una entrada de mi blog titulada "¿Qué es el amor? Respuestas desde la Biología" que, en ese momento (y en cualquiera me temo), les interesaba más que los hongos mucilaginosos...
El caso es que en esa conversación conocí a Estefanía (debía de ser el único de todo el instituto que no) y di explicación al porqué algunos alumnos corrían por los pasillos o el patio gritando ¡¡ESTEFANIIIIAAA!!. Lo explicaré brevemente, por si hay alguno más que, como yo, no conocía/e el programa, ni a la susodicha, y su por aquel entonces novio (Christofer).
La Isla de las Tentaciones es un programa de telerrealidad basado en el programa estadounidense Temptation Island. Es producido por Cuarzo Producciones y emitido en TeleCIRCO (permítaseme la licencia y perdóneme el Circo) y Cuatro desde el 9 de enero de 2020.
El programa se basa en separar a los miembros de cinco parejas en dos villas diferentes. Dichas parejas o están en crisis o quieren conocer si pueden confiar en su compañero sentimental. Para ello cada grupo convive con los tentadores, diez chicas (en el caso de ellos) o diez chicos (en el caso de ellas), todos solteros, a cuyos encantos habrán de resistirse los amantes para mostrar a sus parejas que las aman y que pueden confiar en ellos/as.
Como muchos estaréis pensando ya, TeleCIRCO ha vuelto a dar en el clavo y, conocedor de nuestros instintos más primarios nos ha proporcionado carnaza para aupar al programa en lo más alto con audiencias del 30%, y hundir de paso a parte de la competencia. Una parte enorme de esa audiencia son jóvenes y adolescentes. El secreto de su éxito, y el de otros programas de la cadena es que, para una especie como la nuestra a la que, en mi opinión, deberíamos llamar Homo sapiens chismosus, es muy difícil resistir a la tentación de un buen chismorreo (salvo excepciones), máxime cuando este está grabado en lo más íntimo y profundo de nuestro ADN evolutivo. Tanto es así que existe incluso una teoría que recibe su nombre, la Teoría del Chismorreo que defiende que:
Como podréis imaginar, parejas de jóvenes guapos y atractivos (físicamente al menos) engañándose entre sí (con alcohol de por medio) delante de las cámaras, y alumnos revolucionados hormonalmente, como corresponde a su edad, con televisión propia en su habitación, o acceso a ella a través de internet, son la munición perfecta para que la Biología, las Matemáticas, la Lengua, la Historia, o cualquier otra asignatura salgan derrotadas en su lucha por conquistar horas al estudio y espacio en el intelecto de nuestros jóvenes. En un perverso giro del destino, aquel chismorreo y compartir de información irrelevante que hace unos 50.000 años, en África, nos hizo mucho más listos y agrandó nuestros cerebros ante ante la necesidad de almacenarla para sobrevivir, copa hoy el tiempo que nuestros jóvenes deberían dedicar al estudio de materias que "llenarían" ese espacio cerebral, ya creado, de conocimientos y habilidades necesarios para sobrevivir en un mundo sin depredadores con dientes de sable, pero igualmente hostil. Es quizá por eso que nuestra profesión sea tan importante, aunque muchas veces seamos Quijotes peleando contra gigantes que no podemos derrotar.
Retomando el hilo del programa, de esas cinco parejas, la que nos ha traído hasta aquí (aunque por lo visto podrían haber sido otras tres parejas más), es la formada por Christofer y Estefanía (Fani), chileno él y madrileña ella, que llevaban siete años de relación.
De manera muy resumida, lo que ha motivado este artículo es que, al poco tiempo de entrar en la villa de los solteros, Fani "cayó en la tentación" y, olvidándose de las cámaras, le fue infiel a su novio Christofer, delante de toda España (y parte del extranjero).
Christofer, como le ocurriría a cualquier persona enamorada, al ver las imágenes de su novia con otro, se derrumba ante las cámaras, exclama que Fani le ha roto el corazón y emprende una carrera desbocada por la playa al grito de ¡¡¡ESTEFANÍÍÍÍAAAAA, ESTAFANÍÍÍAAAAA!!!, originando un momento televisivo que pasará a la historia televisiva de nuestro país.
Las reacciones posteriores son las esperables en una persona que ha sido engañada: incredulidad, negación, llanto, desesperación, despecho, y dolor, mucho dolor. Obviando el hecho de que mucha gente, algunos de nuestros alumnos entre ellos, no sean capaces de empatizar con el sufrimiento de una persona, y hagan burla de él imitando esa carrera y gritos desesperados de Christopher, hoy voy a analizar, desde el punto de vista biológico, cuánto hay de realidad en la expresión "Se me ha roto el corazón" que quizá alguno hayáis experimentado, y otros, espero que pocos, experimentaréis o provocaréis a vuestras parejas en el futuro.
Como muchos estaréis pensando ya, TeleCIRCO ha vuelto a dar en el clavo y, conocedor de nuestros instintos más primarios nos ha proporcionado carnaza para aupar al programa en lo más alto con audiencias del 30%, y hundir de paso a parte de la competencia. Una parte enorme de esa audiencia son jóvenes y adolescentes. El secreto de su éxito, y el de otros programas de la cadena es que, para una especie como la nuestra a la que, en mi opinión, deberíamos llamar Homo sapiens chismosus, es muy difícil resistir a la tentación de un buen chismorreo (salvo excepciones), máxime cuando este está grabado en lo más íntimo y profundo de nuestro ADN evolutivo. Tanto es así que existe incluso una teoría que recibe su nombre, la Teoría del Chismorreo que defiende que:
"Nuestro lenguaje evolucionó como una variante de chismorreo. El Homo sapiens es ante todo un animal social. La cooperación social es nuestra clave para la supervivencia y la reproducción. No basta con que algunos hombres y mujeres sepan el paradero de los leones y los bisontes, para ellos es mucho más importante saber quién de su tropilla odia a quién, quién duerme con quién, quién es honesto y quién es un tramposo." Lo que enlaza en un giro inesperado con nuestro programa. "Las nuevas capacidades lingüísticas que los sapiens modernos adquirieron hace unos 70.000 años les permitieron chismorrear durante horas. (...) La teoría del chismorreo puede parecer una broma, pero hay muchos estudios que la respaldan. Incluso hoy en día la inmensa mayoría de la comunicación humana (...) es chismorreo. Es algo que nos resulta tan natural que parece como si nuestro lenguaje hubiera evolucionado para este único propósito." Yuval Noah Harari en "Sapiens: de animales a Dioses." Editorial Debate.
Como podréis imaginar, parejas de jóvenes guapos y atractivos (físicamente al menos) engañándose entre sí (con alcohol de por medio) delante de las cámaras, y alumnos revolucionados hormonalmente, como corresponde a su edad, con televisión propia en su habitación, o acceso a ella a través de internet, son la munición perfecta para que la Biología, las Matemáticas, la Lengua, la Historia, o cualquier otra asignatura salgan derrotadas en su lucha por conquistar horas al estudio y espacio en el intelecto de nuestros jóvenes. En un perverso giro del destino, aquel chismorreo y compartir de información irrelevante que hace unos 50.000 años, en África, nos hizo mucho más listos y agrandó nuestros cerebros ante ante la necesidad de almacenarla para sobrevivir, copa hoy el tiempo que nuestros jóvenes deberían dedicar al estudio de materias que "llenarían" ese espacio cerebral, ya creado, de conocimientos y habilidades necesarios para sobrevivir en un mundo sin depredadores con dientes de sable, pero igualmente hostil. Es quizá por eso que nuestra profesión sea tan importante, aunque muchas veces seamos Quijotes peleando contra gigantes que no podemos derrotar.
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De manera muy resumida, lo que ha motivado este artículo es que, al poco tiempo de entrar en la villa de los solteros, Fani "cayó en la tentación" y, olvidándose de las cámaras, le fue infiel a su novio Christofer, delante de toda España (y parte del extranjero).
Christofer, como le ocurriría a cualquier persona enamorada, al ver las imágenes de su novia con otro, se derrumba ante las cámaras, exclama que Fani le ha roto el corazón y emprende una carrera desbocada por la playa al grito de ¡¡¡ESTEFANÍÍÍÍAAAAA, ESTAFANÍÍÍAAAAA!!!, originando un momento televisivo que pasará a la historia televisiva de nuestro país.
Las reacciones posteriores son las esperables en una persona que ha sido engañada: incredulidad, negación, llanto, desesperación, despecho, y dolor, mucho dolor. Obviando el hecho de que mucha gente, algunos de nuestros alumnos entre ellos, no sean capaces de empatizar con el sufrimiento de una persona, y hagan burla de él imitando esa carrera y gritos desesperados de Christopher, hoy voy a analizar, desde el punto de vista biológico, cuánto hay de realidad en la expresión "Se me ha roto el corazón" que quizá alguno hayáis experimentado, y otros, espero que pocos, experimentaréis o provocaréis a vuestras parejas en el futuro.
¿SE PUEDE ROMPER EL CORAZÓN?
La respuesta es ¡Sí!, pero a Christofer, por suerte, no le ha pasado. Se llama Síndrome/cardiomiopatía de Takotsubo (STK), Síndrome del corazón roto o síndrome de disfunción apical transitoria del ventrículo izquierdo, ballooning o abalonamiento.
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Aunque los primeros pacientes diagnoticados fueron japones, en 1990, y se consideró como enfermedad rara, lo cierto es que, a medida que se ha ahondado en su estudio, se ha extendido su diagnóstico a muchos países y razas, por lo que se deduce que no es exclusivo de determinadas áreas geográficas o grupos étnicos.
Se trata de una enfermedad cardíaca temporal provocada por situaciones traumáticas emocionales en las que aumenta la producción de las hormonas del estrés como la adrenalina, noradrenalina o dopamina. Estas situaciones pueden ir desde la muerte de un ser querido o la rotura de una relación de pareja, como le ocurrió a Christofer, hasta un rechazo social, una enfermedad física grave, una cirugía, un accidente etc.
Como podéis comprobar en un artículo anterior ("¿Qué es el amor? Respuestas desde la Biología" ) los cambios emocionales (enamoramiento, síntomas del desamor...) están regulados por los niveles de ciertas hormonas y su acción a nivel cerebral. Así cada cambio en la producción o concentración de determinadas hormonas tiene una consecuencia física o emocional. En el caso de las fuertes emociones asociadas con los problemas amorosos las áreas del cerebro directamente afectadas son aquellas donde actúa la dopamina. Este neurotransmisor influye en los estados asociados con la felicidad, el placer y las adicciones y por lo tanto su relación con las decepciones amorosas es directa. Un desequilibrio en los niveles de dopamina puede ocasionar un debilitamiento de las paredes del corazón, especialmente las que conforman el ventrículo izquierdo, que se agranda y pierde su forma hasta el punto de que
adquiere una forma cónica. Dicha forma cónica coincide con la del TAKO-TSUBO, un antiguo recipiente empleado para atrapar pulpos
en los mares de Japón, del que recibe el nombre el síndrome. ¡¡Me
encanta cuando aparecen estas curiosidades que me llevan de vuelta a los
animales!!. Por cierto, los pulpos poseen tres corazones.
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A pesar de que el síndrome del
corazón roto produce un grado variable de
disfunción ventricular, esto es, una alteración temporal de la función de
bombeo normal del corazón, predominantemente del ventrículo izquierdo, el resto del corazón
funciona con normalidad o, incluso, con contracciones más fuertes.
Los síntomas que presenta son similares a los de un ataque cardíaco, de hecho se estima que entre un 1 y un 2% de los pacientes
diagnosticados de un ataque cardíaco sufren en realidad este síndrome. La confusión no es extraña puesto que, al igual que ocurre en el infarto, los síntomas son dolor repentino en el pecho y dificultad para respirar (disnea), dolor en el brazo y hombros, naúseas y vómitos, pero, a diferencia del infarto, las arterias coronarias (las que nutren al corazón) no se ven afectadas ni se ocluyen, sino que es el músculo cardíaco el que se
resiente y debilita.
Otra de las diferencias con los ataques cardíacos, es el momento de
ocurrencia de estos eventos, en invierno los infartos y en los meses de primavera y verano el
síndrome del corazón roto. Dicen los que los amores de verano
son los principales causantes, pero no está confirmado, son solo chismorreos... Lo que no
lo es, es que es más habitual en mujeres, en especial si ya han pasado la menopausia.
A pesar de la naturaleza benigna de este síndrome, que no suele dejar secuelas (AVISO, SPOILER: aparentemente al igual que a nuestro protagonista, Christopher, que, según los chismorreos, parece haber vuelto con su novia y se muestra más enamorado que nunca) se pueden generar complicaciones graves,
la mayor parte durante el ingreso
hospitalario, en el momento agudo, siendo la más frecuente de ellas la
aparición de grados variables de insuficiencia cardíaca. No quiero ni
pensar que le hubiera ocurrido esto a nuestro engañado enamorado, pues
seguramente se nos hubiesen mostrado las imágenes de su "agonía" tendido
en la arena en aras de mejorar el espectáculo y disparar la audiencia
del programa a niveles estratosféricos.
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Se dice que el tiempo todo lo cura, y el daño sufrido por un desamor y el síndrome del corazón roto no son una excepción. La función ventricular se normaliza espontáneamente de una a tres semanas, aunque se puede retrasar hasta dos meses. Aún así, sí existe tratamiento que, durante la fase aguda, muchas veces solo consiste en medidas de apoyo para mantener la función ventricular.
Este artículo va llegando a su fin, pero no quería concluirlo sin recordar que el 14 de febrero no solo se celebra el día de San Valentín, sino también el Día Internacional de las "Cardiopatías congénitas", de las que podéis encontrar sobrada información en:
- https://cardiopatiascongenitas.net/introcc/quesoncc/ y en
- https://www.menudoscorazones.org/
Como véis, hay roturas del corazón más graves que la decepción, el abandono o engaño producido por parte de la persona amada, así que vivid que vuestros corazones volverán a latir, y quizá con más fuerza de lo que lo hicieron hasta ahora.
Por cierto, si vuestra pareja os engaña, os enteráis, y os dice que "es infiel por naturaleza", os recomiendo leer este artículo que escribí hace tiempo: ¿Se puede ser infiel por naturaleza? ¡quizá os ayude!.
Como siempre, gracias por tu visita y, si te ha gustado, no te lo quedes, ¡COMENTA Y COMPARTE!
Entradas relacionadas:
http://micruzbiological.blogspot.com/search/label/San%20Valent%C3%ADn
Para saber más:
http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0210-56912007000300006
https://www.revespcardiol.org/es-sindrome-tako-tsubo-e-insuficiencia-cardiaca-articulo-S0300893212003302
https://www.heartfoundation.org.nz/your-heart/heart-conditions/takotsubo-cardiomyopathy
https://www.singaporedoc.com/cardiac-health/270-the-happy-heart-syndrome
https://cardioalianza.org/las-enfermedades-cardiovasculares/infarto-de-miocardio/
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